Bienvenida a las Armas

Poemas 31-35


Mejores ofertas 

El odio tiene mejores ofertas. 

En Siria debe haber rebajas, 

hay lucecitas en los diarios, 

de muerte y silencio, pero quedan bien. 

Al amor le fue la cosa mal. Ya no cotiza, 

ni en Bolsa ni en Espejos que se rompan 

al reflejar al enemigo. 

En Siria todo es pesadilla. Le van 

las cosas bien al odio. Hay que avanzar. 

El amor es cosa old-fashioned. Muy 

de tiempos atrás. Hay que estar 

con los tiempos. Y más ahora 

que la estirpe de Judas gobierna 

nuestros instintos demoníacos. 

El odio está por todas partes. 

Habla con nuestra voz. Se acuesta 

en nuestras camas. Succiona 

las esperanzas, que ya hace mucho 

que pasaron a un segundo plano. 

El odio es la hostia. Hace efectos 

especiales cuando mata niños. 

Quedan bien en las networks. 

Si es que los tiempos están cambiando. 

Es tan cool ser el nuevo hombre...


Testículos pistolas 

A Cristina Cifuentes. 

Era una princesa con testículos pistolas. 

Era una, indivisible voz de auroras parlanchinas. 

Era fanática de banderas que aturden al extraño. 

Era y es asidua al ardor viril de las togas del buen mando. 

Ser sorpresa con las sonrisas impostadas, 

ser en poltronas inventadas de la nada, 

estar durmiente el sueño de las putas muy sabinas, 

parecer máster, del universal mundo de los fachas muy clasistas 

y dimitir de los escrúpulos pero no de la tribuna, 

que en la llena alforja hay adjetivos, pero eran de la luna. 


Bollería industrial 

Cogieron los panes, 

cogieron los peces, 

cogieron también al Jesús 

y su pobreza hippiepija 

para que adornara los escaparates 

de lunas traslúcidas; creímos 

que era vaho, y en la confusión, 

ya el azúcar era la nueva coca, 

coca para ratones blancos, 

endulzados los panes, los peces, 

el Jesús y sus barbas de caramelo 

y cuarenta versiones de lo absurdo 

en travesías existenciales, eso sí, 

con coca, digo azúcar, hasta arriba.


Versos manidos 

Nos están saliendo colmillos. 

Los hombres medicina venden ginebra 

a las puertas de nuestro pasado. 

Dice Dios que empuñemos algo más 

que versos manidos. Derrocar está 

también en el diccionario, y empatía 

hacia el desválido. Las banderas 

no arden cuando no existen. 

Nos están saliendo colmillos. 

Los hombres mentira venden caries, 

humo de banderas quemadas, 

significados trucados y obsoletos. 

Los hombres suicidas confundimos 

a Yahvé con aquellos que regalan 

el destino a los diluvios universales. 

Nos están saliendo colmillos. 


La fiesta 

Quedan tantos invitados en esta fiesta 

de melancolía y ecos en asonante... 

Prohibieron las exclamaciones, había 

que aparentar merecer los atardeceres 

con mar en calma; nadie habló 

de restos de naufragios, ni de islas 

maquilladas de paraísos perdidos. 

Las botellas medio llenas, otras medio 

vacías, canapés manchando la coca, 

los ilusos haciendo de tipos duros 

con hachís afgano, alguna en el pecado 

de ser serpiente, todas manzanas, 

conversaciones quevedianas acerca 

de góngoras banqueros, camareros 

uniformados de me hace falta el jornal, 

viejos en el comodín de la Viagra. 

Dios con las manos en la cabeza:

 tantos por confesar y vender 

la redención...