Bienvenida a las Armas

Poemas 51-53


Pandora o del feminismo 

Me gusta hablar con Pandora. 

Es desastre como yo en las guerras diarias. 

Suele poner caras de auroras 

cuando eructa pesadillas y sus adversarias 

se mofan, como esa tal Eva chupamanzanas. 

El espejo lo lleva en sus tormentas, 

cuando todos ponen nota a sus hazañas 

mercenarias y se pinta barba cruenta 

de adanes y caínes, borrachos de sangre 

rumiada tantas veces y a veces tantos 

vómitos en el rezo. Pero ella es madre 

y la dejamos seguir paralela al rastro 

de Dios, que es masculino y punto, 

por los santos cojones de la realidad 

del fuerte; lo demás es insulto 

a las bases de la vida y la moral, y total, 

los Apocalipsis' riders están comprados. 

No se hacen púlpitos jugando limpio 

ni usando compresas. Los ahorcados 

necesitan árbol, aún prohibido o prohibitivo, 

ella a servir de culpable, tenemos que cuadrar 

las cuentas de los agujeros negros, 

servir últimas cenas sazonadas de odiar 

y coños rellenos de patriarcado eterno. 

Ella no se queja, admite ser parte de la vida 

ser encañonada por su feminismo suicida... 


El Dorado 

Del sangrar de los sueños 

las hormiguitas obreras 

se pensaban felices, 

se pensaban enormes bestias 

acicaladas de aurora, 

poseedoras de El Dorado, 

diosas de magia y arco iris. 

Luego, en los noticieros de ira 

encubierta, les amasaron 

los oídos con IBEX 35 y conjuros 

del Zeus bursátil, y oro 

vomitado desde el rumiar 

del ego soñado. 

Las pesadillas dejaron perdido 

el destino de sudor sucedáneo 

de mar, la tormenta de lluvia 

ácida, tanto como el lenguaje 

del poder en colmillos preñados 

de muerte. Las hormiguitas 

acicaladas de fuerza, 

encarceladas en sus madrigueras, 

no supieron ser libres, 

no supieron ser hormigas reinas, 

no supieron matar, en suma, 

los sueños corrompidos 

de espejos deformes. Zeus eructó 

ante la bacanal de muerte 

a orillas del Olimpo. 

Las hormigas despertadas 

ante el juicio final de sí mismas, 

se arrojaron al vacío 

de sus hipotecados olvidos, 

a la algarabía de escupitajos, 

al mar hirviendo en maremotos 

sepultados de telebasura, 

al fútbol de los corruptos... 

Se lanzaron como doncellas 

al amor sin logaritmos, 

y cuando alguien musitó 

lo prosaico de las cláusulas 

suelo, ellos ya habían chocado 

contra la noche de miserias 

revestidas de hiel. 


Necesito comprar 

Necesito comprar. 

Soy un hombre o mujer con las manos 

hechas para palpar última moda. 

Necesito atiborrar de color 

mis habitaciones vacías de amor. 

Quiero compraros a todos 

y que bailéis el himno del Sistema. 

Solo así tendrá sentido la sonrisa 

de 180 grados mientras os muestro 

y creo envidia malsana. 

Me encanta ser un sinsentido 

con tarjeta bancaria. 


Sanlúcar de Barrameda, octubre 2018.