Bienvenidas a las Armas
Poemas 1-5
Historia sin
Quedamos a merced de la historia
sin mayúsculas, la de los pasillos
traseros y los ministros maquillados
con las respuestas repetidas.
Se mueve en la corte el entresijo
pecuniario; a golpe de caballos,
generales de espada ancha, cual
ancha es Castilla y estrecha la decencia,
mandonean alardeando
de ser héroes griegos, santos griales
del odio por gobierno. En los parlamentos
se unifica la animadversión a lo de fuera,
se entona el tú la llevas y se reza
al fanatismo de los bandos escogidos.
Un pueblo en harapos se saca los mocos,
con las uñas negras de muerte
y resurrección de los fantasmas
violadores. En las semanas trágicas
del castigo almidonado, se cercenan
lenguas, raperos sin rima fácil
se enjaulan en el sistema bueno,
los expresidentes lustran su mein kampf,
el país se disfraza de árbol del ahorcado,
el fascismo viste su mejor traje
de domingo en la arenga permanente.
Jesús se baja de la cruz, y lo abuchean,
el oligarca se aprende de memoria
las gestas de impresentables
de pistola y gomina. Todo en calma
en el país donde los santos
son nostalgia del pasado del sol
mal encarado. La Gloriosa,
empresa revolucionaria, se sacude
el polvo del desván, sale de los libros,
acude a su cita con la esperanza
desnuda de traje y domingos.
La historia, la sin mayúsculas escrita,
tiene tachones y adjetivos robados.
Se llama españolear al acto en sí
de manejar destinos ajenos.
Ahí es nada...
Sartres
Érase que eran los tíos superlativos,
cocaína en ristre y evas de plástico,
érase que eran las plagas egipcias,
updated, actuales, cobrando subsidios,
érase que eran las mujeres ricas,
adornando el vacío de su propio asco,
más bien eran todos el ser y la nada,
un sartre muy feo en YouTube Channel,
los feisbuk, adblocker, los aifons
¡qué timo!, bonita la noche, agria la calma,
quevedos unos, góngoras nacen,
érase que eran los mundos girando...
La alimaña se muda de piel
Cazábamos furtivos, con la fuerza
de la libertad o algún sucedáneo.
La alimaña mudó de piel. Su hedor
invitó a respirarla. Nos besó
con su boca de muerte, y nos
pareció amor en nuestra mendicidad.
Encasquilladas nuestras armas
de verso vetusto, nos ganó el placer
de creernos
dioses en miniatura, poetas uniformados
de apología de la Verdad de trucos magníficos.
¡Nos hemos mirado en el espejo
tantas derrotas, y no hemos sabido
ver más que helénicos paladines!
Tomamos las armas. Cargadas
de fogueo que nos explota
en la misericordia equivocada.
La alimaña es camaleónica.
La alimaña es buena. La alimaña
es patriota y vomita Razón.
Los restos de la magia falsa
se los traga el negro culpable.
La libertad o el sucedáneo saben
a fresa y nata, a chocolate
con la dignidad en trocitos...
¡Viva la alimaña!
Luciérnagas
¡Luciérnagas éramos con tanto orgullo
que pareció el Día Primigenio, Federico!
Nos enterraron las bocas en las cunetas
con su Noche por testigo;
creyeron que nos amputarían la risa,
el arco iris que coloreamos de versos
espléndidos, nuestras lenguas de fuego,
todas las manos de todos los niños
a la espera de un regazo fuimos,
fluyendo en ríos que no veían
porque eran hombres secos,
con la infancia sin lagarto que llora,
con las pequitas y las aventuras
revestidas de guerra. Estaban tan solos
que nos dejaron sin juegos,
y se marcharon perdiendo entre espejos movedizos
su lagrimal de salobres pesadillas...
Alas
Estas alas de Ícaro que llevo no venían de serie.
Fue un engaño, una indigestión mal trazada
en mi dieta de cosas por hacer bien.
Inventaron un efecto (in)ver(na)dadero
de días grises donde el sol no se note.
Cuando me estrello en los abismos
a los que me hipotecó el sistema,
todo es accidente,
la cera de las alas no tiene nada que ver,
dicen, y me las reparan siempre o me dan
unas nuevas. Volar es una libertad
permitida. El sistema me quiere,
casi nunca caigo al vacío
que no me ofrezca el más mullido
de los sistemas antimuerte,
cada vez más baratos, cada vez más
seguros...