El Cabo Suelto de Dios

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Se sentaron a las riendas y en el viaje de vuelta aquellos dos hombres no hablaron, lo cual yo agradecí. Me habían preparado un lugar en la carreta a sus espaldas. Iba bastante cómodo para el medio utilizado; un destartalado carro capaz de transportar una pesada carga.

La de los diez grandes baúles perfectamente cerrados y asegurados con cuerdas a la carreta. Yo los miraba desde mi posición, eran oscuros; no más que lo que contenían.

Sólo veía los cuatro primeros, que se alzaban ante mí amenazantes; parecía que se me fueran a caer encima y me aplastaran. Abrazado al manuscrito de Jesús que Mateo me había dado empecé a pensar.

'¿Qué habrá dentro?,... pruebas del delito.'

Yo sabía lo suficiente, lo había vivido y había colaborado en ello. Pero antes no podía demostrarlo. Ahora la única persona que podría sería yo.

¿Pero por qué yo?; Jesús era metódico hasta la saciedad, como me decía en las clases de física 'todo acto físico es precedido por uno y origina otro, o sea, todo tiene su porqué y tiene sus consecuencias', tenía dieciocho años.

Yo conocí a Jesús hace bastante tiempo y durante mucho tiempo; yo empecé a enseñarle todo lo que sabía. Sólo el primer escalón de su larga escalera de conocimiento. Pasó largo tiempo dedicado a los estudios con la Comunidad de los Esenios, los hijos del hijo bastardo de Moisés, Esén. Jesús pasó un largo periodo de años en una de sus comunas en Egipto.

Durante el tedioso camino empecé a desplegar el manuscrito de Jesús y observé que tres pliegos de pergamino se separaban del resto; éste formaba un rollo medianamente grueso. No pude contenerme y comencé a leer estas tres hojas sueltas, y mi sorpresa iba en aumento al esclarecerme a un hombre fundamental en la sombra de todo el entramado:

"Hoy he escuchado a mi primo Juan, ha vuelto de su convivencia con los hermanos del Este. Han sido cinco largos años; pasó hace dos el periodo de prueba y ahora regresa como Maestro de Rectitud. Su famélico semblante denota su escrupulosa vida de asceta. Sus ideas son revolucionarias; la intención de romper con el judaísmo establecido es la que más me interesa. Yo le pondré delante al Mesías que quiere."

"Ha creído en mí desde que llegamos aquí junto a Tolomeo; buscamos lo mismo pero es reacio a ayudarme. Le he contado mi plan y está dispuesto a instruirme en la sabiduría de los Terapeutas; aunque me ha hecho ver que la viabilidad del entramado está en los Saduceos. Juan detesta la mentira así que no participará de manera activa en el proceso pero si he conseguido convencerle para que me dé el primer empujón; es lo único que necesito de él."

"Se cree profeta, la abstinencia ha hecho mella en su pensamiento. Lleva al extremo las normas de la fe de nuestra comunidad. Las llaman creencias en el amor, respeto y oración. Lo intrínseco de cada buena persona y que ésta necesita que se lo recuerden de vez en cuando. Como todas las creencias."

"Juan ve en mí un instrumento de desgaste del poder establecido; pero ve una insensatez la misión que me marco. En la Fraternidad no existen amos ni esclavos, si no entienden que se trata de eso, de implementar la igualdad de todos los seres humanos como norma inquebrantable, es que no llegan a ver más allá de lo que marca su egoísmo; es fácil conformarse con ello en tu círculo cerrado, en tu pequeña comuna; pero si no conseguimos instaurarla en el mundo conocido no habremos conseguido nada; debemos instaurar la solidaridad como forma de gobierno de los seres humanos, por ello no podemos consentir el imperialismo romano, el yugo del dominador; no podemos vivir en una isla, no seriamos libres y no lo seremos hasta que no lo seamos todos. Creo que a mis espaldas me tacha de loco. Sólo busco su colaboración de una manera u otra. Juan tiene carisma."

"Sale a predicar la venida del Mesías; todos le llaman profeta. El Mesías es amor y lo contrario el fin de los tiempos. Al fin entró en razón, Juan me apoyará, espera que el amor sea la mejor arma; le he hecho ver que nuestro mensaje calará en las gentes, se extenderá como el agua en tierra seca. La violencia es la regidora de nuestra sociedad, proclamar lo contrario como la forma de gobernar nuestras vidas les atraerá. No debe haber amos ni esclavos, ni reyes ni vasallos, la igualdad y la solidaridad deben prevalecer. Esto se expandirá entre los débiles y lo combatirán los poderosos; pero los pobres son más y se alzaran con la victoria blandiendo la espada del amor. Hay que transmitir este mensaje.

Aunque me cueste la vida.

Hablará por los caminos y plazas, bautizará a todo el que quiera abrazar el amor, abrazar su punto de vista de Dios. Las gentes deben saber, un pueblo ignorante es un pueblo dominado, esto lo saben los gobernantes y eso es lo que implantan, la educación se reserva a su clase; yo también predicaré por los pueblos pero antes me haré bautizar por él. El momento se acerca"

"Has de saberlo."

Juan El Bautista su primer gran golpe de efecto.

Pronto volví en mí, y la pregunta me zumbaba en los oídos: '¿querría Jesús que yo leyera esto ahora, que cerrara el círculo antes de concluir mi viaje?', '¿dejó las tres hojas sueltas adrede?', y este último 'has de saberlo' va dirigido a mí, sabía que Mateo me daría el rollo en mano, no lo guardaría con las demás cosas en los baúles y justo antes de salir de vuelta '¿por instrucción suya?'; tendría que llevarlo encima. Y supondría que los leería en el largo viaje de vuelta.

Además... me encarga la custodia de todo esto.

Indiscutiblemente lo quería como a mi hijo, no dejé de estar con él desde que contaba cuatro años, cuando ya me cautivaba su inteligencia; pero entre nosotros nunca hubo ningún lazo familiar ni sentimientos de este tipo. Nuestra amistad se fue diluyendo en el tiempo transformándose en respeto. Así que conociendo a Jesús como lo conocía y siendo testigo de su modo de proceder, ¿Por qué estos baúles me miraban a mí?

¿Por qué me eligió Jesús y no al más fiable de sus hombres, Mateo? Ahora veía por qué le caía mal a Mateo.

La respuesta a mi pregunta no paraba de rondarme la cabeza.

Llegamos sin problemas a casa, dispongo de un almacén detrás donde guardo el trigo y las viandas durante el año; lo acondicionaría para guardar los baúles pero me inquietaba la espera inmóvil de éstos al fuego por accidente o a la visita de algunos de los abundantes ladrones. Esto debía resolverlo. De momento aquellos baúles inundaron mi casa. En cada salón y cada cuarto había un baúl o dos. Mi mujer me esperaba con los brazos abiertos y se los echó a la cabeza cuando vio la carga que le traía a su casa. Los cuidaría como a un hijo.

A la noche los abrí.

No redactaré aquí la lista exhaustiva de lo que contienen, sería interminable; para ello dejo un inventario completo en documentación aparte.

Pero contaré aquí qué había en el más lujoso de ellos, uno con cerraduras y remaches de oro. Parece como de hierro fino pero del color de la plata, y mucho más ligero, apenas pesa. Me acordé de Jesús y sus experimentos fundiendo metales, sonreí. Las dos cerraduras tenían las llaves puestas.

Dentro, en el centro, y bien sujeta, había una gran caja toscamente labrada, como un arcón mediano, ahora me acordé de Juan y su navaja. Otra vez tenía ese pellizco en la boca del estómago y el nudo en la garganta que le seguía, no me abandonaban.

Alrededor de la caja cabían algunos objetos; aquí estaban muy bien dobladas las túnicas de colores de los discípulos, a la izquierda de la caja figuraba primero la de Jesús, luego reconocí la de Pedro y debajo la de Mateo; las demás en el lado derecho hechas todas un paquete. Reconocí el orden jerárquico de los mandos y la unión del grupo allí simbolizada. Delante de la caja había un paquete con trozos de pergamino, lo cogí y lo abrí. Era un estudio de Jesús sobre la luz. A primera vista se identificaban dibujos a carboncillo de una vela delante de algo parecido a una piedra ornamental; se veía como la luz, representada con tiza blanca, pegaba contra ella y se dividían en tiras de colores; del libro leí que estando Jesús observando a la luz de una vela una de las joyas con las que un Saduceo les pagó, observó que dentro había colores; la curiosidad le pudo, estudió el fenómeno y acabó concluyendo que la luz normal, la luz blanca se dividía en espectro de colores, que el color blanco era la suma de los demás. Así dispuso simbolizar al grupo uniendo en si a todos sus hombres. Cada uno de ellos era parte de él mismo, los hacía participes de su ser. Me brotaron las lágrimas.

En la parte superior, entre la caja y el baúl grande había encajada una jarra grande de barro. Reconocí que fue la que usó Jesús para el agua en la última cena con sus hombres.

Entre la caja y el baúl no había nada más, abrí la caja.

Me sonreía mirando aquellos objetos y se me saltaron las lágrimas de alegría añorada.

Allí estaba, majestuosa, la copa de piedra pulida de la que todos bebimos esa noche. La cogí y la miré acercándomela a los ojos, recordando las palabras de Jesús 'es del color de mi sangre que será derramada...', empecé a llorar.

Envueltas en fino lino estaban la tablilla con la inscripción 'Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos' que Pilatos escribió; el trozo de tela que envolvía las partes de Jesús, la corona de espinas y la túnica roja con la sangre seca; me estremecí al descubrirlas. Olí la túnica, olía a lavanda y romero así como el trozo de tela.

Y por último algo que no reconocí, pero que me estremeció al relacionarlo. Una vasija de barro cerrada que en realidad eran dos vasijas de barro ovaladas encajadas una en otra.

La abrí y sólo había cenizas.

Las cenizas de Jesús.

Esto me petrificó, Jesús volvía a mí... mi hijo volvía a mí.

Por ello me manda custodiar su secreto. Quería que lo supiera todo antes de aceptarlo bajo mi cobijo; no sólo a su obra sino a él mismo. Seré su custodio eterno.

María seguramente le contó su pensamiento convencida y convenció a Jesús. Quien mejor que un padre para educar a su hijo y quien mejor que un padre para protegerlo.

'Pero eso era imposible', me repetía, 'eso es imposible'.

Yo soy estéril.

Cuando era un muchacho me caí de un caballo y me lesioné la espalda, casi me quedo paralítico; desde entonces mi semilla era un líquido transparente y débil, la mayoría de las veces no conseguía la excitación debida; por eso no tengo hijos. Nunca nadie lo supo. Sólo mi mujer Ana y yo. La quiero más que a mi vida por sufrir este martirio conmigo.

María pensaría que lo consumamos llevada por la pasión, pero yo sabía que no había sido así, en su interior yo dormía.

Fui estéril desde el accidente hasta aquel día, en el que contaba sesenta y ocho años y mi mujer sesenta.

Palabra de Tolomeo.

Salim calló, tenía los ojos encharcados en lágrimas pero su voz no parecía afectada por la emoción.

Esta vez ni Albert ni David se miraron; mantenían la mirada perdida sobre el mantel blanco que protegía la mesa, pensativos y con los ojos vidriosos.

Todos callaban pensativos; los amigos recapacitaban en silencio lo que habían escuchado; la familia pensaba a una, 'mañana el Libro regresará a su casa'.

Shalmed concluyó: 'Verdad' es el nombre de lo relatado; Tolomeo lo escribiría nada más inventariar todo el material, no quería dejar pasar el tiempo y que su memoria le jugara malas pasadas.

Dio por finalizada la cena, eran las dos de la mañana. El día siguiente sería duro para Shalmed y sus hijos. Todos se fueron a dormir.

O a intentarlo.

Los amigos se dirigieron en silencio a su habitación vestidos con una bata, las túnicas tuvieron que devolvérselas a Shalmed.

Y claro no podían dormir después de lo escuchado.

- Vaya plan, 'toma castaña pilonga' - decía David excitado utilizando una de las expresiones que más le gustaba de sus alumnos y que siempre lo relacionaban con algo que les hubiera sorprendido - ¡joder! Si ahora va a ser verdad que Jesús fue el primer anarquista.

- Vamos David, nos parece que todo encaja como un guante pero hemos de ser prudentes, como no iban a cogerlos, había gentes de aquel tiempo que no se chupaban el dedo.

- El dinero, Albert, tú sabes lo que es eso... tú que vas a saber si estás más tieso que yo - bromeaba David con alegría - que con dinero se puede todo. Y Jesús tenía a puñados.

- Es verdad que lo de los Esenios está muy trillado pero es otro dato a tener en cuenta; te lo digo yo, en verdad la filosofía esenia es esa que Jesús transmite, no hay duda de que perteneció a la hermandad; y sí, esta filosofía comparte gran parte con los postulados anarquistas de solidaridad e igualdad - decía pausadamente Albert - de hecho pienso que hoy en día Jesús sería anarquista, estos detestan la idea de Dios entre otras cosas por el carácter coactivo y autoritario de toda religión y la forma actuar de Jesús, si no es detestarla sí que fue utilizada e ignorada a la vez. El anarquismo cristiano existe, León Tolstoi, por ejemplo, creía en ello. Además, el principio de 'no violencia' se refleja en muchos líderes modernos, Gandhi es su mayor exponente.

- Aquí todavía queda pastel - dijo David, te lo digo yo ahora - no mucho pero algún pedazo queda.

- David, ojalá Shalmed nos llevara a ver su tesoro; el santo grial, la túnica, la corona de espinas... que con el carbono catorce...entonces sí que no valdrían conjeturas. Pero mucho me temo que no será así; nos tendremos que conformar con lo que nos ha contado... que no es poco. Pero ¿con esto que hacemos?, ¿escribir un libro, como todos los otros, una fantasía?, pensaba en voz alta el profesor.

- Ya te digo - seguía bromeando alegre David, - y a venderlo como rosquillas.

David había encargado una radio al dueño del hotel, en éste sólo había una televisión y sólo salía un noticiario perpetuó en un idioma incomprensible para él. En la radio nada de nada sobre Yellowstone. Al día siguiente mientras los hermanos se la jugaban, él buscaría un ciber-café o algo parecido en aquel pueblo grande de las montañas de Uzbekistán. Era una pequeña ciudad moderna así que se convenció de encontrarlo.

No ahondaron más en el tema entre ellos, lo hicieron para sus adentros mientras se quedaban dormidos.