La Fábrika de Utopías - Capítulo 19


Pedrojo arrancaba la furgoneta con semblante serio, enfadado, hacía tiempo que no estaba en tal estado, y nunca en su vida se había planteado hacer lo que iba a hacer. Estaba harto. La nueva orden de desalojo acababa con su punto de referencia otra vez, de nuevo dinamitaban lo más parecido que tenía a una casa y esta vez bajo los escombros quedaría lo más parecido a una hija que nunca tendría. En este envite no. Era más viejo y ya no estaba sólo él, ahora había otra persona y por ella haría lo que iba a hacer. Esta vez no cambiaría sólo de sitio, esta vez, su decisión le haría cambiar de vida; se había acostumbrado a Mar... y no la volvería a ver más. Sería el precio a pagar por el bienestar de ella.

En lugar de tomar hacia el sur, como acostumbraba, esta vez tomó dirección norte, a Galicia, a Viveiro concretamente; su destino, un pazo gallego medio derruido. Volvería a conducir toda la noche, no importaba, le quedaba algo de 'speed' de la semana en Zahara; nunca lo hacía, pero lo usó para conducir. Nueve días era poco tiempo, no podía malgastarlo durmiendo esa noche a las puertas de la fábrica, debía ver a los hermanos Barracuda lo antes posible. Frantocho y Birloque Barracuda, los mejores hackers de España. Dos verdaderos cabrones de la red. Anarquistas filosóficos, como Pedrojo, de la primera generación de informáticos españoles, gallegos y herederos de aquel oscuro y ruinoso palacete en medio de la espesa vegetación norteña. Maestros de los actuales 'piratas informáticos', pioneros de los ataques a webs de la iglesia y autores de varios virus 'destroza-discosduros'. Los dos cincuentones poseían en aquel caserón lo último en equipos informáticos, conexión a red y aparatos de piratería, bien podría pasar por ser una tienda especializada.

En plena naturaleza verde, en aquel silencio, sólo roto por el rumor de la ligera llovizna, la llegada de la 'punkoneta' no pasaba desapercibida. El sonido del freno de mano rebotaba contra el antiguo portón de madera al tiempo que se abría.

Dos hombres idénticos asomaban a recibir al recién llegado, ultra-delgados, con estrafalarios pantalones de tela anchos, los dos lucían chalecos de lana verde y camisa blanca. Describir a uno era describir al otro. De cara alargada, pelo corto, nariz aguileña y gafas gruesas. La boca parecía salirles del rostro, como si hubieran sacado al niño tirando de ella. Los dientes les sobresalían más. Lo de 'barracuda' era un mote.

Frantocho y Birloque sonreían igual y abrazaban por igual, y a la vez, a su gran amigo Pedrojo. Les conocía desde hacía treinta años, de los tiempos universitarios de los hermanos. Pedrojo vivía de okupa al lado de la cafetería de la facultad, cambiaba su desayuno y comida por trabajos de limpieza y recoge mesas. Cuando los hermanos acudían a ella, eran víctimas de bromas y vejaciones, Pedrojo les partió la cara a dos estudiantes que no paraban de meterse con ellos. Estaban agachados, escupiéndoles en el cuello a los hermanos sentados a la mesa, conforme se erguían, Pedrojo les estampaba la bandeja metálica en la cara; les partió las narices, la frente y varios dientes; nadie lo denunció y no se volvieron a meter con los hermanos. Aquel 'punki' se arriesgó por ellos, por unos universitarios que no eran ni amigos suyo, y eso no lo olvidarían jamás. De cuando en cuando pasaba por Galicia y se llegaba a verlos, le dejaron muy clara la dirección con un detallado mapa para su localización y acceso.

- Te hemos visto llegar, en el sendero hay cámaras... aquí no entra nadie sin que nos enteremos - decía orgulloso y complaciente Frantocho, como si Pedrojo pasara revista, como si se lo debieran.

- Me alegro de volver a veros, ¿Cuánto hace?... cinco años.

- Seis - corregía Birloque.

Nadie los distinguiría, si no fuera por la B bordada en el chaleco, Frantocho llevaba una F. A Pedrojo le ponía nervioso no saber quién era quién, así que, desde los tiempos de la universidad, les obligó a ponerse algo distinto para distinguirlos. Lo tomaron como costumbre y a su idéntica vestimenta le añadían este carácter distintivo. La gente lo agradecía.

- Necesito vuestra ayuda.

- Lo que quieras, faltaría más ¿verdad Birlo?

- Verdad, Franto, ¿verdad Pedrojo?

- Claro - decía paciente Pedrojo, el par era particular.

- Si es de verdad, va en serio - decía Frantocho.

- Si es serio, es urgente - matizaba Birlo.

- Urgente... uhmm - rumiaba Franto - Internet... Internet es rápido ¿quieres encontrar a alguien en internet, ¿no es cierto?, alguien importante, difícil de encontrar; estamos en el punto de España más alejado de donde tú vives.... Uhmm

- Uhmm... alguien o algo - le repensaba Birlo.

- Algo lo encuentra cualquiera, alguien no.

- Hermanito vamos a tomar café. Desayuno, no ha dormido, no ves...

Le dieron la espalda a Pedrojo, a la vez le indicaron que los siguiera con la mano derecha. Lo que hizo pacientemente, los conocía. Así que no esperaba mucha conversación por parte de la extraña pareja; no lograba distinguir cuál de los dos estaba más 'zumbado'. Frantocho siguió por el pasillo de piedra hacia la cocina; Birloque desvió a Pedrojo por un pasillo, torció por otro, tuvo que agacharse para pasar otro que bajaba y daba a un bonito salón de piedra, todo era de piedra. Así que las numerosas pantallas de televisión LED, repartidas por toda la habitación, resultaban chocantes. Birloque cogió un pequeño mando y todas se encendieron; desde debajo de la grande, el mueble se abrió y un panel de control asomaba lentamente. Pedrojo contó hasta quince pantallas.

El panel era biplaza, y sentado delante se controlaban todas las pantallas.

- Habla amigo.

- Tenemos que encontrar... - comenzaba Pedrojo.

Frantocho llegaba con el café.

- Puse la cafetera cuando vimos la 'punkoneta'.

- Lo primero... - intentaba continuar con su petición.

- ¿Azúcar?

- Nooo... eh...

- Birlo...

- Dos terrones gracias... habla vamos, tantos kilómetros y te callas...

- Business Oriented World, División Europea ¿de quién es? tengo que verificarlo.

- Verificar es saber - decía Frantocho.

- No lo suficiente jijiji... - reía Birlo arrugando su encorvada nariz. Escribía algo en su teclado.

- Mil kilómetros 'insuficiente'.

- Veeengo de Madrid.

- Madrid, el problema viene de Madrid - decía misteriosamente Frantocho mirando hacia arriba, a la cúpula de piedra que era el techo.

- Solución al problema que viene de Madrid: pertenece a la Bowers International Corporation - miraba Birlo a Pedrojo, de pie a su izquierda.

- Problema resuelto - comentaba Frantocho - o problema iniciado, verificar para iniciar.

- Inicia problema amigo - decía Birlo.

- El puto cabrón y su ego; BOW, lo sabía... Tengo que contactar con alguien.

- Inmediato..., no carta..., contacto inmediato..., hablar con, Madrid está lejos. ¿Quién es? - decía Frantocho.

- Lucius Vinopoulos, en Estados Unidos. Abogado.

- Nombre bonito, no tan bonito trabajo.

- Bonito es atún.

Decían estas incoherencias mientras tecleaban a la velocidad del rayo. Las pantallas cambiaban de imágenes constantemente. Poco a poco se iban fijando y la foto de su petición aparecía por todas las pantallas.

- Pez gordo.

- Gordo, gordo.

- Gordo, gordo, gordo.

Pedrojo no sabía quién decía qué, tampoco le importaba, había ido allí a conseguir una cosa y estaba con los únicos que la harían posible al momento.

- No abogado, Delegado, Consejero, Consejero Delegado, Presidente - decía un gemelo.

- Más Delegado, Director, Asesor de Presidencia - completaba el otro.

- Pez gordo... petróleo, gas, inmuebles, armas, casinos, hoteles, lista millonarios USA.

- Bang Bang Bang todo, todo para mí. Cabrón capitalista, os odio.

- Necesito contactar, eso ya lo sé - insistía Pedrojo.

- Aquí mismo, dirección e-mail privada, seguro. Facebook no, Tú quieres ya.

- Espera, busca a su jefe.

- Éstos no tienen jefe - escupía Birloque con cara de asco.

- Sí, éste sí, os lo aseguro. Conexiona sus empresas, no sé... busca una relación entre ellas...

Al momento.

- Bowers, Peter. Bowers International Corporation, ¡oh! ¡oh!... vaya, vaya...

Se hicieron unos segundos de silencio.

- Mi padre.

- ¿Éste cabrón es tu padre?

Peter Bowers miraba a su hijo desde quince pantallas LED. Éste le correspondía con indiferencia.

- No hay contacto por correo, sólo números de teléfono encriptados, difícil, difícil, uhmm... tiempo. - decía uno de ellos.

- Me vale con Lucius.

- Viejo amigo, no abogado, mucho más, muchos años a la sombra de tu padre, es tu padrino ¿sí?

- Sí - complacía Pedrojo, eso lo hacían muy a menudo - tenemos que digitalizar esto.

Pedrojo llevaba un macuto con él. De éste sacó una vieja y pequeña cámara de video con casi cuarenta años, y una grabadora antiquísima.

- A ver chavales, aquí está la prueba del asesinato de mi madre por mano de mi padre y de Lucius, los dos están pringados - lo decía fríamente, por esto ya había llorado bastante - ya sabéis quién es... y voy a joderle.

- ¡Asesinos! - mascullaba enfadado Frantocho - lo sentimos compañero - se dirigía tristemente a Pedrojo - ¡jodamos al capital! - volvía enfadarse.

- Antiguas pero no hay problema - decía Birlo muy seriamente.

Salió del salón con los dos aparatos. Se dirigía al 'taller'. En el sótano, todo artilugio de grabación y reproducción estaba allí. Sabía perfectamente lo que hacía, le preocupaba el estado de las cintas. Para su contento estaban en buen estado, algo se perdió pero no era relevante. En dos horas el material estaba digitalizado.

- Bien, mandémosle a Lucius la tarjeta de visita. Extrae del video, cuando Lucius le da el sobre con el veneno a mi padre, y del sonido, manda la frase de mi padre, 'si no firma le daré la azul' o algo así. Cread un correo desde el que lo enviáis. Llamadlo 'latazadecafeazuldenavidad' - decía fríamente Pedrojo, repitiendo las frases del asesino de su madre - luego nos tocará esperar.

- En diez minutos todo estará hecho - indicaba Frantocho.

Con la presteza que da la monotonía, tecleaban y deslizaban el ratón, cortaban y pegaban; uno completaba la acción del otro, todo ello a velocidad de vértigo; 'desde el servidor ruso mejor' fue lo único que el punki les escuchó decir.

- Toca esperar - informaba Birlo al rato - multiproceso con multiprocesadores en paralelo, con redes neuronales de interface marca de la casa, aprende lo que queremos y se adelanta a lo que le vamos a pedir..., 'pa cagarze en las cashas' jijiji - reía al imitar a su amigo de Málaga, cosa que a Pedrojo no le molestaba en absoluto, incluso le sacaría una media sonrisa de aceptación.

Se sentaron en un sofá que allí tenían para cambiar de postura.

- Compañero tu padre es un cabrón, ¿por qué no lo denunciaste en su día?

- Era un chaval, le quería igual que a mi madre, me convertí en lo que soy, aprendí y lo borré de mi mente. Como los seres humanos no se pueden ir a la mierda, todos juntos de la mano, pues me fui yo - les daba esa información, pues, ya casi que la tenían.

- A nosotros tampoco nos gusta la gente.

- Oye ¿tenéis cervezas?

- No, no bebemos. Ya lo sabes.

- Hombre, lo mismo os ha sobrado de alguna fiesta.

- ¿Alguna qué?

- Nada.

- ¡Código rojo, código rojo!, - alertaba Frantocho - hay respuesta.

Pedrojo corrió a los monitores, Birloque llegó después.

- '¿Quién eres? y ¿Qué quieres?', la situación requiere respuesta - marcaba el hermano - el hombre importante contesta pronto, el hombre importante está nervioso.

- Peter Joseph Bowers Alvarez. Ve al grano, aprovecha la respuesta, pon mi nombre y... oye ¿sabes escribir en inglés?, ¿no?

- Claro y en ruso, o chino.

- Vale. En inglés sólo, 'quiero mi parte, quiero la herencia de mi madre que me corresponde por ley. La quiero ya. La quiero en los siguientes términos...'

Pedrojo dictaba de memoria, llevaba toda la noche preparando la petición, enumerando en su mente los puntos a concretar, no debía quedar cabo suelto. Al final el 'speed' le resultó útil.

Terminaba en tono imperativo, con el mismo nivel de exigencia que como comenzó: 'pon a trabajar a tus abogados, esto debe estar en ocho días máximo. Dile al viejo que no se le ocurra tocarme los cojones, si esto no está en plazo, el video y audio se lo mando a todos los fiscales del mundo y presento los soportes originales a quien reabra el caso. Lo mando a todos los periódicos y lo subo a You Tube, recordad cabrones, que el asesinato en los Estados Unidos no prescribe, si todo se va cumpliendo según los plazos no tendréis noticias de mí, incumplid algo y todo se sabrá; ya me conocéis, es lo que yo os mando o nada. No hay necesidad de que os molestéis en negociar, si necesitáis más información de la que os doy usad esta vía. En ocho días lo que tenga que pasar, pasará.', Frantocho, mándale el video y el audio entero.

- Cabrones..., no prescribe, ¿envío?

- Envía.

- Toca esperar a que decidan

- No, esta vez te equivocas, toca esperar a que lo cumplan.

- Me equivoco es error... failure, failure. Jijiji. - reía Birloque.

- Listo..., si contesta me lo decís, de todas formas, nunca se sabe..., me llevo la cámara y la grabadora. Tenéis las copias digitales. Amigos, no deben salir a la luz, no dudo de que la guardareis de forma segura.

- Segura, seguro... 'Listo', guarro capado.

- ¿Me dejáis quedarme estos ocho días? no os molestaré, aparcaré a la vuelta y ni me veréis.

- Claro compañero.

- Si quieres puedes dormir... o vivir aquí si quieres.

- Bueno ya veremos..., llevo todo el verano bajo el sol y no voy a desperdiciar la oportunidad de pasar unos días entre tanta vegetación, al fresquito y lloviéndome. Gracias y ahora me voy a dormir.