La Fábrika de Utopías - Capítulo 24
Al tiempo que Mar recibía la mercancía informática, uno de los gemelos pegaba en la puerta lateral de la furgoneta de Pedrojo, lucía un bonito chaleco celeste con una gran F. No recibía respuesta, miró a su alrededor y lo vio venir hacia él abrochándose el cinturón del pantalón. Venía sin camiseta, por lo que pudo observar el lienzo que era el cuerpo de su invitado. Se la había dejado olvidada y tuvo que volver a por ella. Lo pudo ver de espaldas también.
- Delante, el monstruo... es el hombre; en la espalda, la A de anarquía... solidaridad es el hombre... las dos caras del hombre - pensaba Frantocho.
- Buenos días, ¿Qué hay Fran?... ¿hay noticias?
- Sí, esperan respuesta.
- ¿Ha ido todo bien?
- Parece que sí.
- ¿Y qué quieren?
- Es cosa tuya, vamos para la casa, el café debe estar subiendo. Hoy no llueve.
Caminaba detrás de él y se dio cuenta de que andaba en línea recta absoluta, no bordeaba las piedras más grandes, se mantenía fijo como una barca con el timón bloqueado, Pedrojo pensaba 'además se mueve como una barracuda, como un 'pescao''
Entraron en el gran salón-centro de comunicaciones de los hermanos, el café ya estaba puesto, Birloque repartía varios pasaportes por la mesa central, sentado en el sofá; luego de una caja sacó una especie de linterna pequeña.
Frantocho servía el café y Birloque apagaba a modo descanso el sistema informático.
- Esto primero, café y galletas.
- Tíos, ¿para qué quiero yo tantos pasaportes?, que no soy un delincuente...- decía Pedrojo mordiendo una galleta casera - joder ¡qué buena está!
- Las he hecho yo - dijo orgullosamente Birloque.
- Ciudadano del mundo, ciudadano transparente.
- ¿Y la linterna?
- jijijiji... no es una linterna tonto.
- A que te doy...
- Es un sello laser-holográfico con inyección de tinta - sentenciaban los dos gemelos a la vez.
- ¡Coño! pues parece una linterna...
- Lo he inventado yo - decía orgulloso Frantocho - también sirve de linterna, así pasa desapercibido.
- ¿Y para qué coño sirve?
- Para hacerte invisible.
- Vamos, no me toques los cojones que es muy temprano.
- Son las doce.
- Amigo nuestro, esto es un sello de fronteras.
- ¿Y?
- Tiene almacenados en memoria los sellos de todas las aduanas del mundo. Con esta anilla dorada se controla, y estos dos botones. Pulsas aquí y giras la anilla, en la pantalla ajustas la fecha que quieres que salga impresa; si pulsas este botón y giras elegirás el país del sello, vuelves a pulsar y girar y te irán apareciendo las aduanas de ese país, elige la que te vaya bien y listo.
- Entra 'Pe' y sale 'drojo'
- Los sellos son idénticos e indetectables.
- Puedes entrar en un país con un pasaporte y salir con otro, y tu verdadero 'yo', invisible a la sociedad.
- No sé yo para qué quiero eso pero me gusta como suena.
- No suena, sella
- Y sella bien, igual.
- No empecéis...
- Se conecta a internet solo, estés donde estés. Te lo tendremos actualizado - informaba Frantocho.
Seguidamente y si como de la instrucción de un espía se tratara
- Cinco países más, menos fronteras - decía Birloque señalando los pasaportes.
- Dandy Baron - Estados Unidos.
- Harron O´Jarra - Irlanda.
- Vinicio Cocaburra Tripero - Venezuela.
- Marto Devino Concola - México.
- Tomás Delfrasco Carrasco - Paraguay.
- ¿Qué 'cachondeito' con los nombres, no? - interpelaba con cierta resignación el viejo punki.
- Jijijiji... es mi sello, juega, juega, siempre fuera.
- Yo creo que de listos os pasáis, le dais la vuelta al marcador y parecéis tontos.
- Tú sabes que nuestros nombres no son Frantocho y Birloque Barracuda Bizca, compañero - decía sonriente Frantocho.
- Ya lo sé Paco; lo cambiasteis 'por motivos laborales' imagino.
- Jijijiji, los 'maderos' no pasaron la prueba.
- ¿A qué te refieres, Birli?
- A qué fueron nuestros dos primeros pasaportes falsos - decía Frantocho.
- Nos fuimos a Tanger por la aduana de Tarifa y no los detectaron.
- Ni siquiera los nombres ridículos le levantaron sospechas, la documentación era impecable. Así que nos los quedamos.
- Pero la gente se llama de formas muy raras, conozco a un Jaime Jaime Jaime, a un Diego Dobla Esquinas... intentaba justificar Pedrojo.
- Haz el favor de mirarnos a la cara.
Entonces se encontró con los dos rostros de mentón y dientes salidos sonriéndole. Y hacía tiempo que se dio cuenta de que los dos hermanos eran un poco bizcos.
Los tres reían. De pronto los dos hermanos se callaron.
- Debes ver.
- Y responder.
Cada uno se sentó en su silla, delante de su teclado y frente a la gran pantalla. Frantocho tecleaba y en segundos aparecía el mensaje en la pantalla, no era de Lucius sino de su padre.
'Hola hijo. Todo se ha hecho como ordenabas, todo se hará según has dicho. Lucius se ha encargado personalmente de que todo saliera bien. Ayer, tu amiga firmó la constitución de la fundación, todo es suyo. Esta mañana deben instalarle el ordenador. Lucius quería habértelo comunicado ayer pero le dije que yo quería escribirte.
No sabía cómo decírtelo... ¡Perdóname hijo!, por favor, me arrepentí al momento de lo que había hecho. Llevo toda la vida con esa culpa atravesándome el corazón. Cambié mi familia por dinero, asesiné a mi mujer y perdí a mi hijo; estaba enfermo de avaricia. Hoy estoy enfermo de cáncer. Tengo noventa y dos años. Me queda poco y querría verte. Querría pedirte perdón mirándote a los ojos... te quiero hijo, porque eres mi hijo. Sólo te pido el perdón, por favor perdóname por arrebatarte a tu madre, sé el daño que te he causado y aunque no lo merezca te lo pido. Lucius también está arrepentido, pero no se atreverá a pedirte perdón, pues también piensa que no lo merece.
No sé por qué no nos has denunciado antes, 'Pit', sólo me queda pensar en que es porque me quieres; no sé ahora pero antaño sí. Cuando muera, mi dinero será tuyo; como imagino que no lo querrás, he dado instrucciones para que mi herencia vaya a la fundación de tu amiga. Me han informado de la labor que hacían antes, seguro que tu madre la aprobaría sin pensarlo, me recuerda a ella, he visto fotos suyas... a tu madre también le gustaba vestir de colores, así vestía cuando la conocí en las playas de Almería, creo que es el mejor destino del dinero, que caiga en manos así; en manos como las de tu madre. No sé si eso redimirá mi maldad, mi egoísmo, pero poco me importa ya a estas alturas. Todo es tristeza en mi viejo corazón, arderé en el infierno merecidamente.
Me muero, sé que pedírtelo en persona no será posible, por ello aprovecho estas últimas palabras para pedirte perdón.
Un beso hijo.'
- Requiere respuesta.
- Dicta.
- Muérete - dictó.
- ¿Ee..envío?
- Envía - ordenó.
Los tres quedaron en silencio.
Pedrojo se volvió y salió del salón precipitadamente diciendo
- Fuera estoy, necesito aire fresco.
Al rato salieron los Barracuda, Birloque portaba una caja de cartón con los pasaportes y la linterna mágica.
- ¿Estás bien? - se interesaba Birloque.
- Sí, gracias compañero.
- Toma, seca tus lágrimas - ofrecía un pañuelo Frantocho.
- Guárdate el pañuelito...se nota, es la primera vez...
- Todos, en todo, tenemos una primera vez.
- En la caja llevas una tarjeta con un correo electrónico... informaba Frantocho.
- 'Killo' yo con eso no me llevo bien.
- Pues te buscas a alguien, vas a necesitar visados y papeles sin determinar en tu ruta, si te mueves mucho, seguro. Nos los pides aquí y nos indicas la dirección para enviártelos - explicaba Birloque.
De pronto Pedrojo se dio cuenta de la travesía que le esperaba, se iba de España sí o sí, saldría de su zona de confort, sin saber muy bien donde acabarían sus huesos, quedó unos segundos en silencio asimilando la cuestión.
- ¿Qué va a hacer ahora el gran Pedrojo? - preguntó un hermano sacándolo del pensamiento.
- Vivir jodido como siempre.
- Para qué ir y venir, puedes quedarte aquí a vivir...
- Noooo... gracias, y no es por vosotros ¡eh!, no creo que pudiera vivir parado, además la lluvia un par de días está bien, una semana cansa, siempre, tiene que ser agobiante.
- Te acostumbras.
- Por cojones... jijiji.
- Ya no me queda más que hacer aquí, gracias por vuestra hospitalidad y vuestra ayuda.
- No hay de qué.
- ¿De qué no hay?
- De nada... eso es lo que se dice.
- ¿Se dice que no hay nada?
- Algo tiene que haber.
- Yo me voy, venga, trae para acá los pasaportes y el sello este. Un abrazo y ya os visitaré.
- ¿Y a dónde vas? - preguntó Birloque.
- No sé, nunca lo sé.
Lo vieron marchar por el camino de grandes helechos verdes a los lados, que lo encerraban en un tubo. En el silencio de la naturaleza se escuchaba el tintinear de las cadenas que le colgaban de la cintura. Ellos serían los últimos conocidos suyos que lo vieran. Se miraron y lo dos pensaron lo mismo: 'no estamos tan solos como él'.
Cada uno echó su brazo por los hombros del otro, se dieron la vuelta y tuvieron que cambiar de brazo.
- ¿Quién era Hernández, tú o yo?
- Yo era Hernández, tú Fernández
- Y no quiero ser un puto policía.
- Yo tampoco.
- Puta policía.
- Policía puta, jijijiji.
Arrancó la 'punkoneta' salió de la finca de sus amigos por el mismo camino por el que entró, al llegar a la general se preguntó: 'derecha Francia, izquierda Portugal... siempre a la izquierda, a Portugal'.
