La Fábrika de Utopías - Capítulo 25
Había quedado con Manu sobre las doce de la mañana del sábado, se retrasó y llegó a la una y media; no podía utilizar todavía los medios de los que disponía para comunicarse; no podría dar tantas explicaciones, mejor ir sacándolos poco a poco como contribuciones del magnate alemán. Así que no pudo avisarle.
Manu estaba nervioso por verla y darle la buena noticia. La invitaría a comer y después irían a la manifestación, que llegaba a las calles principales de Madrid a las cinco de la tarde. No le importaba el retraso, sabía que Mar estaba supeditada a muchos imprevistos.
Mar salía por la boca del metro y Manu corría hacia ella, la abrazó y le dio un fuerte abrazo, luego la besó en los labios ligeramente.
- Nos quitan la hipoteca, Mar, el piso es nuestro; Carlos llegó el jueves por la tarde a casa; parece ser que mi padre tenía contratado un seguro de vida que cubría el suicidio, con una casa de seguros alemana; de cuando trabajó allí con su última empresa; parece que los alemanes obligaban a abrírselo. La empresa de mi padre era una subcontrata de otra alemana. Ésta ha seguido pagando el recibo anual de mi padre; seguramente creían que era uno de sus trabajadores. Cubre la totalidad de la hipoteca. Y aún hay más, sobran 140.000 euros. Podré ir a la universidad sin problemas y mi hermana también.
- Joder, me alegro un montón - decía Mar mientras pensaba 'pura mafia 'al revés', lo malo es que normalmente es 'al derecho''.
- Carlos nos ha dicho que las pólizas de seguros de vida no cubren el suicidio; esta parece que sí; dice que lo mismo mi padre lo sabía, que era una empresa seria porque han sido ellos los que nos han buscado.
- Los alemanes...
- Y ahora te invito a comer unos bocatas de calamares.
La cogió del brazo y tiró de ella.
- No veas que punto ¿no? - se alegraba Mar animando al muchacho.
- Lo tuyo se arregla y lo mío se arregla, hay que celebrarlo, ¡viva Alemania!
'Joder con los alemanes' pensaba Mar camino de la Plaza Central 'buena tapadera; el dinero no aflora, ni cae del cielo, ni nadie lo regala; hay que tener una excusa creíble y me da que no es la primera vez; se trataba de aflorar dinero; nadie investigaría una póliza que da dinero, siendo la misma compañía la dispuesta a pagar hasta el último céntimo de lo contratado. Esta peña para cada problema debe tener una solución estándar. Como comprar décimos de lotería premiados para los políticos de aquí'.
- Vas muy callada, ¿qué sabes de Pedrojo?
- Nada de nada, no me lo explico, le ha tenido que pasar algo - mentía Mar.
- Verás como cualquier día aparece...
- Seguro... y se la va a llevar caliente.
Los dos reían, Mar decidió extirpar toda preocupación de su cabeza y disfrutar de ese rato con Manu. Compraron los bocatas y se los comieron en un banco; paseaban, hablaban, se besaban y se complacían de tenerse el uno al otro.
- ¿Dónde está Pablo?... no irá....
- Ha quedado con Raúl, así que me temo que sí.
- Me preocupa, hoy los 'maderos' llevan las de Caín.
- Como siempre.
- No, como siempre no, recuerda la que se llevaron el año pasado.
- No será para tanto, si no se les provoca.
- Ellos mismos se provocan.
La manifestación llegó con retraso, eran las ocho cuando la cabeza pasaba por la avenida central. Ellos dos se incorporaron sobre las siete de la tarde. Había miles de personas venidas de toda España; cientos de autocares. Todo por la dignidad. Para muchos de los asistentes, lo único que les quedaba. Era una manifestación pacífica, cientos de banderas rojas se movían de un lado a otro, las gentes compartían impresiones del viaje... todo se desarrollaba normalmente. El cinturón de seguridad era impresionante, cientos de policías estaban estratégicamente colocados a lo largo del recorrido.
Pero, como siempre, hacia el final, cuando la tarde caía, la policía ordenaba ir disolviendo; había quien hacía caso y había quien no. De pronto alguien lanzaba algo contra ellos y estos avanzaban. Lo hicieron justo donde estaban ellos, hacía el medio de la manifestación. Era como una señal de ataque de ambos bandos, de pronto un centenar de jóvenes encapuchados hacían su aparición y en dos minutos era un campo de batalla. La policía cargaba y los manifestantes violentos lanzaban toda clase de objetos.
Sin quererlo Manu y Mar se vieron metidos en medio de la carga y rodeados por muchachos encapuchados con la cara tapada que tiraban adoquines a la UIP, alguno de ellos gritaba '¡ni un paso atrás!', a otro se le escuchaba '¡aguantamos la línea!'. La policía militarizada no tardó en usar los botes de humo y las pelotas de goma.
- Salgamos de aquí - le gritó Mar tirando de él e intentando hacerse escuchar en medio de aquella guerra.
- Vamos... decía Manu.
No pudo seguir hablando, una pelota de goma había impactado en su garganta hundiéndole la nuez, inmediatamente se arrodilló, se estaba ahogando. Mar, que tiraba de él de la mano, notó que se paraba, se volvió y lo vio de rodillas agarrándose la garganta con las manos. Miraba asustado a Mar, esta se arrodilló abrazándole.
- ¿Qué te pasa?
Intentaba hablar y no podía, hacía gestos de no poder respirar. Mar comprendió enseguida qué había pasado, tenía toda la garganta amoratada empezó a llorar y a gritar histérica
- ¡AYUDA, POR FAVOR, AYUDA, UNA AMBULANCIA!
Nadie le hacía caso y Manu se ahogaba en sus brazos. Intentaba tragar aire con la boca abierta, Mar observó como le decía 'te quiero' con los labios. Era consciente de lo peor.
- Yo también te quiero cariño, no te mueras - lloraba Mar
Intentó hacerle el boca a boca pero no sirvió de nada, Manu murió besando a Mar.
Ésta se dio cuenta de que no respiraba, un grito de dolor le salió de dentro
- ¡¡CABRONES!! ¡¡LO HABÉIS MATADO!! ¡¡CABRONES!!
Lloraba en silencio apretando la cabeza del joven contra su pecho.
Lloraba como se llora un amor perdido y con la rabia que conlleva un amor asesinado, arrebatado en un segundo, todo pasa en un segundo.
Manu había muerto y Mar sentía como ella también lo hacía.