La Fábrika de Utopías - Capítulo 28
- ¡Mierda de gente! ¡Joder!... - medio gritaba Mar mesándose la cresta apoyada en su mesa y hablándole al portátil negro, no por él si no a él.
- ¿Qué pasa...? - se interesaba Darío que en ese momento llegaba a la puerta del cuarto de Mar, mantenía la puerta abierta y la oyó quejarse claramente, así que se asomó.
- Mira el correo... decía Mar con lágrimas en los ojos.
Darío leía con rictus serio y preocupado, preguntándose qué había provocado las lágrimas de su amiga.
'Efectivamente, así es; Bio-Mermeladas María José SL no tienen actividad alguna, ni fábrica, ni local que pueda sustentar la elaboración de mermelada; no han tenido nunca actividad tributaria, ni consta en el registro mercantil. Todo apunta a que se trata de una estafa e iniciamos los trámites para la denuncia como sugirió.'
- Jode que haya gente así... - lamentaba Darío
- El programa de becas y ayudas a jóvenes emprendedores hay que cortarlo - decidía Mar.
- ¿Cómo vas a hacer eso?, mucha gente está esperanzada en esa ayuda...
- Joder... ya lo sé pero dar el dinero directamente no es buena idea, no ves..., cuantas hay como la María José ésta. Tenemos que pensar en desviarlo a organizaciones de confianza y que ellos decidan, y en éstas también trabajará alguna que otra 'María José', así que lo comido por lo servido.
- Entonces van a pagar justo por pecadores... en eso, no todos somos iguales.
- ¡Qué me vas a decir!, no puedo con esto, tío... ya no puedo más... no podemos decidir las ayudas nosotros una por una. Los expedientes se me amontonan... y no sé a quién decirle que sí y a quien que no... y le digo a todos que sí y... pasa esto... no creo en nada ya... ¿por qué la gente es así? - terminaba Mar en llanto compungido.
- Tranquilízate, apaga el portátil y vente para el salón, María está haciendo té, Pablo y Haiku acaban de llegar y yo venía por ti.
- Ya han vuelto de Marruecos... venga vamos - decía Mar alegrando un poco una demacrada cara blanquecina - y no te preocupes que seguiremos con esto, es que estoy 'mu quemá'.
- Por hoy vale ya, vamos a fumarnos algo de lo que traen estos dos que será bueno - animaba su amigo.
Aquella tarde no llevaba la camiseta negra de Eskorbuto que Manu le regaló, siempre la llevaba puesta, ya apenas se distinguían las figuras de los componentes del grupo estampada en ella; llevaba una de Talco, grupo italiano de ska con tintes punks. Últimamente escuchaba mucho ska. Siempre iba con camisetas negras, los vestidos de colores habían caído en olvido. Se había encerrado en su mundo y apenas hablaba con nadie, así que la visita de Pablo y Haiku la sacó un poco de la oscura rutina en la que estaba sumergida.
Tras saludarse efusivamente, se sentaron a tomar té. Pablo y Haiku tenían en la cabeza la petición de Pedrojo de contarle, o no, que lo habían visto 'si le dices que me habéis visto, le tendrás que contar lo que hemos hablado, que le va a caer otro montón de dinero; que no quiero saber nada de éste, aunque esto ya lo sabe y que me avergüenza el haberle hecho esto, aunque eso me gustaría decírselo yo... pero no sé cuándo o si lo haré'.
Pablo dudaba en decirle a Mar que se habían encontrado con Pedrojo en Tetuán, no ganaría nada con ello, pues la noticia de más dinero la hundiría del todo y Pedrojo no pensaba en volver. No le diría que Pedrojo sentía que le había hecho un mal y que no se atrevía a mirarla a los ojos; podría desembocar en una crisis de su amiga; Pablo sabía del hundimiento moral de Mar, mucho más delgada que hacía dos años y medio, no era la alegre muchacha que conoció, sino una mujer amargada. No echaría más leña al fuego; era demasiado delicado y prefirió no interferir en la relación con su opinión. Así que no le dijeron nada a sus compañeros del encontronazo con Pedrojo en la medina marroquí.
- ¿Sabéis lo que esto? - dijo Pablo extendiendo la mano y dejando caer una piedra de color albero en la mesa - polen de las montañas.
- ¿Doble cero?... - preguntaba interesado Darío -...trae para acá.
- De Chaouen, al ladito de Ketama.
Haiku sacó de una bolsa de plástico tres regalos envuelto en papel marrón; tres pañuelos palestinos de color rojo, verde y azul como los que ellos lucían; sentados en las sillas de plástico de siempre, la pila de éstas permanecía en el mismo sitio. Tenían una pequeña hornilla, más moderna, de gas que sólo usaban para hacer té y café. Esta vez lo acompañarían con pastas de almendras. Les contarían un montón de anécdotas pero ignorarían el 'detalle' Pedrojo. Pablo más se convenció de esta decisión, viendo el demacrado semblante de Mar; el saber dónde se encontraba su amigo, que no estaba lejos y que no la visitaba por una decisión salvable podría no ser bueno para su estado emocional.
- ¿Y por aquí que tal? - se interesaba Pablo, Haiku apenas hablaba, solo sonreía y asentía. Le costaba encadenar una frase en español, se hacía entender más bien a base de palabras sueltas.
- Acabamos de enterarnos del tercer caso de estafa en las ayudas que damos... robo con premeditación en otras palabras... una mierda de sociedad es la que tenemos... y visto lo visto, la que nos merecemos... - hablaba Mar entristecida y compungida.
- Pero Mar, se te olvidan las ayudas exitosas, que son el resto y no sé... deben rondar las ciento cincuenta, apenas el uno y medio por ciento... - hablaba Darío ya en un claro español mientras ayudaba a María a cambiar a la niña que habían tenido hacía un año y que los tenía a todos locos en la 'Fábrika'- ... es poco, muy poco... no te agobies por eso.
- Mar... la peña está flipando y tú agobiada en vez de flipar con ellos... - animaba Pablo - necesitas unas vacaciones como el comer, desintoxicarte del dinero y tomártelo de otra manera.
- ¡No sabes lo que dices Pablo!... - contestaba abruptamente la interpelada - ...perdona, pero es que no son sólo los expedientes, esto empieza a masificarse en demasía; no se ponen de acuerdo, les vence el egoísmo y todos quieren lo suyo a su hora y para ellos... empiezo a pensar que el ser humano no tiene remedio y eso ya nos lo avisaba Pedrojo; el taller de confección me tiene loca... se han llegado a pelear por el turno de uso de la cortadora; la violencia en la 'Fábrika' está terminantemente prohibida por concepto... he tenido que llamarles la atención a los que se pelearon a petición de los demás y amenazarlos con restringirles el uso del taller y no soy nadie para hacer eso... - rompía a llorar Mar.
- Alguien tiene que poner orden, cariño - alentaba María abrazándola por detrás tras dejar que Darío terminara con la niña.
- Ese es el tema María... que nadie tendría que poner orden - le razonaba pausadamente Pablo con cierto halo de tristeza.
- Esto único... es mucho - animaba Haiku.
- Di que sí, venga vamos para arriba que este polen no se fuma sólo... - intentaba alegrar Pablo arrojando la piedra de costo delante de Mar, ésta sonrió y cortó un pedazo.
- No pasa nada 'palante' ¿no?... a veces sí pasa... me lo llevo, tengo que indicarle algo a los abogados... que esa es otra, el puto sistema informático requiere de mis ojos y mis dedos para funcionar.
Se llenó otro vaso de té y salió del salón lentamente con la cabeza agachada mirando al suelo.
Dejó un ambiente entristecido en el que los cuatro quedaron pensativos, Darío y María eran conscientes de que su pequeña les robaba muchísimo tiempo que podrían estar ayudando a Mar; Pablo estaba comprometido pero no era del núcleo con acceso a las cuentas, éste sólo contaba con los tres antiguos residentes del inmueble. Así que Mar hacía bastantes meses que llevaba el peso de todo aquello.
El repentino llanto de la niña los sacó de sus pensamientos, no tardaron en alegrarse haciéndole carantoñas al bebé.
Cuando Haiku visitaba Madrid se alojaba en la 'Fábrika', Pablo y ella disponían de una habitación para ellos dos, acondicionaron una de las muchas que había; nadie más vivía allí. Era requisito indispensable para guardar el secreto.