CAPÍTULO 13. ANÁLISIS SOCIOLÓGICO DE KOLUMBAS: GOLONDROFOBIA.


Dejando atrás una iglesia arrasada por las llamas, CD, Chiurruti, mi primo y yo decidimos regresar al chupuk y descansar. Chiurruti porque se empleó a fondo y nosotras tres por todo el movidón que llevamos metido. Con la energía justa volvimos y sin piar palabra alguna caímos fulminadas. Dormimos más que nunca: unas 4-5 horas que resultaron ser las más reparadoras de mi vida. Al levantarnos, estábamos hambrientas y hasta los cojones de gluchopear mierda sintética para humanos. De modo que pensamos que la mejor opción sería ir al Parque del Retiro para chiorupearnos con gluchop sano, purificar nuestro cuerpo con aire limpio y expiar los pecados cometidos.

Nada más llegar, me percaté de que grandes agrupaciones de palomas nos estaban fipchiando de las peores formas imaginables. Algunas de ellas nos increparon incluso con comentarios del tipo:

"Iros a daos por el ojete a otro sitio, panda de mariconas", "Tú, pequeña puta asquerosa (refiriéndose a Chiurruti): ¡Vete a tu mierda de chupuk! ¡Aquí sólo entran palomas! ¿Qué pasa, que vienes a nuestro parque a quitarnos el chika-chiep a las demás? ¡Largo de aquí si no quieres que te hostiemos... a ti y a las mariconas que van contigo!" Y un largo etcétera de desagradables y discriminatorios comentarios hacia nuestro compañero Chirruti, en especial.

En vista de la creciente hostilidad y temiendo por una golpiza monumental, nos vimos obligadas a retirarnos a una zona más tranquila del parque. Desde la lejanía de un chekobeko quise conocer la causa de aquellas injustificadas agresiones.

-¿Pero qué hostias les pasa? -Estaba muy cabreado, la verdad- ¿Qué pollas hemos hecho para recibir tanta mierda arrullada? ¿Están todas locas o qué?

-Primo. Estás igual de indignado que yo la primera vez que vine a esta urbe de mierda. Creo que se debe a nuestros orígenes rurales -expuso intentando justificar aquel comportamiento-. El retrógrado cerebro de las palomas acomodadas en chupuks ostentosos de esta podrida ciudad, les impide razonar y aceptar al compañero Chiurruti como "uno de los nuestros".

-Pero... ¿Qué me estás piando primo? ¿Cómo que Chirruti no es uno de los nuestros? ¿A qué viene esta mierda? ¡¡Explícate!!

-Agapito, por favor, tranquilo -entonó Chiurruti serenamente-. Fípchiame... ¿Qué soy?

-¡Pues qué vas a ser Chiurruti! Una paloma... Mucho más pequeña y con una forma de moverse y volar distinta, pero una paloma al fin y al cabo, ¿no?

-En efecto Agapito. Soy una paloma desde que tengo uso de razón. Bueno, paloma biológicamente arrullando. Aunque, en honor a la verdad, siempre me he considerado un palomo hecho y derecho.

-Cierto. Sin embargo, a ojos de las demás palomas eso da igual. Siempre será una golondrina -añadió la compañera CD-. Agapito, debes saber que las palomas urbanas son muy intolerantes con el resto de aves. No obstante, y como es obvio, tenemos algunas excepciones. La mayoría de estas palomas urbanitas empatizarían antes con sus amos humanos que con cualquier otro tipo de aves...

-Tal cual va el asunto primo, por desgracia -arrulló secamente-. Tú y yo sabemos que las cosas en el campo eran muy distintas. Que hemos convivido en armonía con toda especie de animales, hablando el idioma universal del respeto, la tolerancia, la solidaridad y el apoyo mutuo interanimal. Pero aquí, estos ideales han sido corrompidos por los humanos para su propio beneficio, perjudicando con absurdas e infundadas rencillas a nuestra especie...

-Vivir para ver -pié con incredulidad-. La domesticación les llevará a una vida de miseria y servidumbre. Increíble... Se han vendido por unas paupérrimas chuktaps de chika-chiep al día. ¡Qué triste! Pero... ¿sabéis qué? ¡Qué me la pela todo! Chiurruti, compañero. Para mí eres una paloma. Bueno, un palomo, que arrulla chirop ¡incluso mejor que yo! Por cierto... ¿Dónde y cómo lo aprendiste?

-¡Jaja!.. Así que te interesa mi pasado -contestó con cierto halo de misterio-.

-¡Y no sólo a él! -Exclamó CD- ¡A todas!

-Está bien. Os lo piaré un día en el que estemos todas reunidas -aseveró Chiurruti-. Ahora: ¡Juguemos un poco al chittyzity!

Foto de archivo del compañero Chiurruti.